Cuenta la leyenda que Lucía se arrancó los ojos y los tiró al mar en ofrenda a la Virgen María por la curación milagrosa de su madre. En respuesta a su devoción, la Santa Virgen le devolvió la vista a Lucía concediéndole los ojos más bellos que jamás hayan existido.
Esta pequeña historia sobre la patrona de los ciegos, sirvió a los pescadores para denominar al opérculo de nácar de una concha –ver fotografía-.
Los Ojos de Santa Lucía
Esta especie de fósil se encuentra en las playas del Mediterráneo, y su belleza y sencillez bien se merecen el nombre de “Ojos de Santa Lucía”.
En Córcega son especialmente famosos. Es el souvenir que todos quieren porque dicen que aleja el mal de ojo y da buena suerte. Pero la mejor de las suertes es encontrarlos por ti mismo entre la arena de la playa. No es demasiado fácil. Se tienen que dar las condiciones adecuadas: días de fuerte oleaje, mar agitado y rincones escondidos entre las montañas.
Yo puedo decir que he disfrutado de esta suerte. Estaba en el momento y lugar adecuado para recoger los ojos de Santa Lucía que la marea depositaba en la playa de Capo di Feno. Esta playa es famosa por sus grandes olas, que aprovechan los surfistas para surcar, siempre que el viento va en la dirección correcta. Además, está en un lugar paradisiaco, y para llegar, tienes que atravesar montañas donde pastan vacas, cabras o caballos de una belleza deslumbrante.
Así he llegado al ecuador de mi experiencia corsa. Con sus más y sus menos, cada día voy aprendiendo más cosas sobre esta isla y sus historias. La última actividad cultural fue la visita al museo más importante de Ajaccio, el Museo Fesch, como final de curso de mis clases de francés. Con visita guiada y gratuita, pude contemplar una de las colecciones de pintura italiana más grande de Francia, adquirida con los años por el tío materno de Napoleón I, Joseph Fesch.
Museo Fesch
Periodista in Wonderland 